Los niños desobedecen las órdenes de los adultos con cierta frecuencia. Es su forma de descubrir dónde están los
límites, de
retarnos y de demostrar que ellos también tienen su carácter y quieren mandar. El típico castigo “te quedas sin” no funciona con unos pequeños que están saturados de objetos con los que entretenerse de tal forma que si retiramos uno, siempre van a poder acudir a otro. ¿Qué podemos hacer entonces?
Castigos en su justa medida
Los especialistas señalan que castigar a un niño es contraproducente, daña su
autoestima, produce tensión y afianza las conductas del pequeño. Pero es necesario
“educarles en la realidad”, de tal forma que comprenda que, si se portan mal, su actuación tiene consecuencias. Reprenderles y sancionarles no sería negativo siempre que se tuvieran en cuenta estas premisas:
- Para que un
castigo sea educativo debemos
explicar a nuestro hijo, sin gritos ni aspavientos y
con calma, por qué su conducta ha sido incorrecta e instarle a corregirla.
- Debe
conocer de antemano los límites que no puede sobrepasar y el castigo que recibirá si lo hace para sopesar si le merece la pena saltarse las normas.
- El castigo debe ser
inmediato, proporcional, equilibrado y coherente a la edad, al grado de madurez y al tipo de falta cometida.
- No uses
restricciones absolutas como “te quedas sin paga para siempre” y castiga
con coherencia. Es imposible que se pase una semana sin ver la tele, prohíbele disfrutar de su serie favorita un par de días.
- Las
amenazas continuas y los
avisos hacen que el castigo pierda eficacia. Dale
tres advertencias, no más.
- No le perdones el castigo así como así y, de hacerlo,
explícale por qué lo has hecho. Si has pagado un enfado tuyo con él y le has sido demasiado severa, pídele disculpas, explícaselo y rectifica.
- No uses sus
necesidades básicas para castigarle; ni su descanso, ni su alimentación, ni los deportes que practique.
-
Educa a tu hijo sin gritos ni le
compares con otros niños, menos con sus hermanos.
- Si intenta abrazarte, darte un beso o decirte que te quiere para reparar el daño hecho,
no le rechaces pues podría sentirse dolido.
-
Anímale cuando actúa bien, reforzando ese comportamiento, prestándole atención cuando obedezca y tenga buena actitud y comentándole que esa es la forma como debe comportarse.
Asesoramiento: Mª Luisa Ferrerós, psicóloga y autora del libro
¡Castigado! ¿Es necesario?